Esta obra es a la vez un monumento artístico y un documento histórico de importancia excepcional. Se trata de una estela circular de diorita de 2,25 metros de altura que fue originalmente emplazada en la ciudad de Sippar (Sumeria) en el año 1753 a. C. De allí fue expoliada en torno a 1158 a. C. y trasladada por el rey Shutruk-Nahunte a Susa (Persia). En ese lugar fue encontrada en 1902 por el arqueólogo francés Jacques de Morgan, que la llevó al Museo del Louvre, donde se encuentra hoy. El fuste de la estela contiene una detallada inscripción en lengua acadia y escritura cuneiforme, que refiere un conjunto de leyes o sentencias jurídicas promulgadas por el rey de Babilonia, Hammurabi. La inscripción está distribuida en 52 columnas, 24 en la cara delantera y 28 en la posterior, que suman un total de 3.600 líneas.
El relieve superior, de 65 cm de altura, muestra al propio Hammurabi de pie, vistiendo el antiguo tocado de la realeza sumeria y escuchando atentamente el contenido de la ley mientras levanta la mano derecha en un gesto de reverencia. Frente a él se halla el dios del Sol y de la Justicia, Shamash, coronado por una tiara de cuernos que alude a su condición divina. Shamash está sentado sobre un trono, apoya sus pies sobre un escabel y de sus hombros surgen poderosos rayos de sol. Está dictando la ley al tiempo que entrega al monarca la vara y el anillo con los que ha de gobernar a su pueblo, según explica la inscripción comentada:
El relieve superior, de 65 cm de altura, muestra al propio Hammurabi de pie, vistiendo el antiguo tocado de la realeza sumeria y escuchando atentamente el contenido de la ley mientras levanta la mano derecha en un gesto de reverencia. Frente a él se halla el dios del Sol y de la Justicia, Shamash, coronado por una tiara de cuernos que alude a su condición divina. Shamash está sentado sobre un trono, apoya sus pies sobre un escabel y de sus hombros surgen poderosos rayos de sol. Está dictando la ley al tiempo que entrega al monarca la vara y el anillo con los que ha de gobernar a su pueblo, según explica la inscripción comentada:
«Anum y Enlil me enseñaron a mí, Hammurabi, príncipe piadoso, temeroso de mi dios, para proclamar la ley en el país, para destruir al malvado y al perverso, para impedir que el fuerte oprimiera al débil, para que me elevara, semejante a Shamash, sobre los hombres e iluminara el país, y para asegurar el bienestar de las gentes».
La existencia de leyes escritas es uno de los elementos más importantes para comprobar el nivel de organización social y de desarrollo político de una comunidad humana. Todas las sociedades tienen sus reglas o normas de convivencia, expresadas como modelos conductuales que regulan las formas de interacción entre las personas. Las normas permiten, por un lado, definir aquellos comportamientos comunes que son consentidos con un cierto grado de legitimidad, y por otro, establecer una serie de sanciones para castigar aquellos comportamientos que no son aceptados. El respeto a las normas dependerá del nivel de interiorización de las mismas a lo largo del proceso de socialización, del valor de las costumbres y tradiciones de cada época, del miedo a las posibles sanciones, y del grado de coerción que puede ejercer la autoridad social establecida. Las normas se convierten en leyes cuando adquieren una dimensión jurídica reconocida, es decir, cuando se emplean como referencia para juzgar nuevas situaciones y sucesos. Por esta razón, las leyes suelen ser normas escritas, no sólo acordadas por la comunidad. De ahí la importancia de su publicación, con carácter oficial, por parte de las instituciones de gobierno.
El Código de Hammurabi es, en este sentido, una de las leyes escritas más antiguas en el proceso de la civilización humana. Está relacionado con otros dos textos legales sumerios, promulgados por el rey Ur-Namma de Ur, en el 2100 a. C., y por el rey Lipit-Ishtar de Isin, hacia el 1930 a. C. Todos estos documentos se basan en una severa correlación de faltas y castigos expresada de forma muy detallada. El Código de Hammurabi incluye la famosa sentencia del «ojo por ojo, diente por diente», que ha servido para denominarle en repetidas ocasiones como la Ley del Talión. Desde luego era una ley implacable, que establecía la pena de muerte para los adúlteros, los asesinos y los ladrones, amputaciones y azotes para los esclavos y los hijos desobedientes, y multas para los agresores, los usureros y los prevaricadores.
A pesar de lo expuesto, los historiadores todavía discuten si se trata de un auténtico código legislativo, o por el contrario es más bien una serie de decisiones o sentencias pronunciadas por Hammurabi durante su reinado. Esta última hipótesis parece corroborarla el hecho de que la inscripción no recoge todas las leyes existentes en el siglo XVIII a. C. en Babilonia, y también que cada uno de los artículos se presentan más como casos particulares que como normas generales aplicables a todos los supuestos, además de que algunos de ellos son contradictorios entre sí. Pero esto tiene que ver con el concepto de la justicia en la antigua Mesopotamia, que era diferente del nuestro porque funcionaba a partir de modelos individuales no de normas universales.
Parece pues que la estela del Código de Hammurabi es tanto un documento legal como un monumento al buen gobierno de este monarca, que durante cuarenta años de reinado había pacificado su imperio y había impuesto el orden a través de miles de sentencias judiciales. La estela recoge así algunas de sus decisiones más importantes, con la intención de que sirvieran a sus sucesores de modelo e inspiración en el ejercicio de su autoridad. Y así lo expresa el epílogo de la famosa inscripción:
«Tales son las sentencias de justicia que Hammurabi, rey poderoso, ha establecido sólidamente, y por las que ha hecho tomar al país un camino seguro y una dirección correcta».
MÁS INFORMACIÓN:
http://www.historiaclasica.com/2007/05/el-cdigo-de-hammurabi.html
El museo del Louvre es la colección mas impresionante que existe de objetos robados. No se si esa exhibición de "mangancia" es muy del agrado del pueblo francés, pero sería interesante averiguarlo.
ResponderEliminarY EL PRADO MAS DE LO MISMO...
Eliminarexcelente, gracias por el aporte!
ResponderEliminarlo podriais resumir un poco más,pero está bien así
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