El Ssireum es un tipo de lucha tradicional que se practica en la península de Corea desde la Antigüedad. En su origen era sólo una técnica de defensa personal pero luego fue incorporado a los ritos y fiestas de las sociedades antiguas, y finalmente se convirtió en una de las artes marciales más populares no sólo en Corea sino también en China, Manchuria y otras zonas del Lejano Oriente.
En el Ssireum combaten dos luchadores que se agarran y empujan con el objetivo de derribar al otro. Gana el que consigue forzar al oponente a tocar el suelo con cualquier parte de su cuerpo situada por encima de la rodilla. Antiguamente los jugadores luchaban vestidos y podían aferrarse por la ropa, sobre todo por un cinturón atado alrededor de la cintura y del muslo. Hoy visten únicamente un calzón anudado con el mencionado cinturón. El Ssireum es esencialmente una competición de fuerza bruta, en la que es necesaria una considerable habilidad física y elevadas dosis de resistencia muscular, pero también requiere un adecuado entrenamiento mental para diseñar estrategias de combate, superar los conflictos psicológicos y aplicar ciertos aspectos técnicos como la capacidad para anticiparse a los movimientos del contrario.
Las referencias artísticas y literarias sobre el Ssireum son numerosas a lo largo de la Historia. Una de las más antiguas corresponde a una pintura mural existente en una tumba real de Manchuria, datada en el siglo IV de nuestra era. Posteriormente, una crónica de 1330 narraba cómo el rey Chunghe, de la dinastía Koryo, dejaba los asuntos de Estado en manos de sus consejeros para poder practicar el Ssireum con un muchacho en los jardines de su palacio. El pueblo llano también realizaba con frecuencia competiciones de Ssireum, especialmente durante las fiestas, en las cuales el ganador podía conseguir como premio una vaca.
La imagen que reproducimos aquí fue dibujada en torno a 1780 por el artista Kim Hong-Do, famoso por representar las costumbres sociales del período Joseon, uno de los más florecientes de la historia de Corea. Es un dibujo de 27 x 22 cm realizado con tinta y lápiz sobre papel, que se conserva en el Museo Nacional de Corea, en Seúl. Muestra un combate de Ssireum presenciado por un corro de espectadores, que se distribuye en cuatro grupos sentados en el suelo, uno en cada esquina de la composición. Los personajes tienen expresiones muy variadas, animan a los luchadores y comentan sus evoluciones sin desviar en ningún momento la mirada del centro de la escena, donde tiene lugar el combate. Como elemento contrapuesto se mantiene de pie a la izquierda la figura de un vendedor ambulante, que mira hacia otro lado mientras sostiene una caja de golosinas. No hay ninguna mujer representada porque su posición en la sociedad de aquella época se limitaba exclusivamente al ámbito doméstico y no se consideraba adecuada su presencia en actos públicos, además de que el Ssireum era un deporte estrictamente masculino.
Otro detalle costumbrista que merece la pena destacar es la vestimenta (hanbok). Los coreanos marcaban las diferencias de rango social mediante el colorido de sus ropas, el uso de sombreros y zapatos, y la inclusión de ricos bordados a la altura del pecho. La nobleza además usaba joyas, como una forma evidente de diferenciarse de los plebeyos. En esta escena llama la atención la cantidad de personajes que llevan sombrero, lo que les identifica como funcionarios del Estado. La mayoría lleva un samo, una especie de gorro semicircular rematado por un saliente en su parte más alta, que formaba parte de su vestimenta diaria. Pero algunos llevan otro tipo de sombrero de ala ancha que se denomina gat, y que era utilizado por los aristócratas y por los funcionarios más importantes cuando salían a la calle. También pueden distinguirse diversos tipos de calzado; además de los que llevan los asistentes, en el lado derecho se ven las zapatillas de los dos luchadores, que son de formas y materiales distintos.
Al margen de estos aspectos, muy interesantes desde el punto de vista sociológico, la imagen es un extraordinario ejemplo de la pintura oriental, que tanto influyó en el arte europeo desde mediados del siglo XIX. La minimización del color, la importancia de la línea, que sirve para crear la sensación de volúmenes sin utilizar el claroscuro, la ausencia de perspectiva y de paisaje con los que articular el espacio, así como el gusto por los detalles de carácter anecdótico, son algunos elementos que fueron primero valorados por los pintores impresionistas, después utilizados por las vanguardias de principios del siglo XX y finalmente incorporados por dibujantes de cómic como Hergé.
Hola Josue además de haberme interesado bastante tu blog he descubierto que nos apellidamos igual y como sabes nuestro apellido no es muy común jejeje un saludo P.D: estudio historia del arte jejej
ResponderEliminar¡Vaya, qué casualidad! Pues bienvenido tocayo. Espero que sigas disfrutando de este apasionante mundo del arte por mucho tiempo.
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