«No permitir se haga en los templos obra alguna de consecuencia, sin tener fundada seguridad del acierto […] para evitar se edifique contra las reglas y pericia del arte. A este fin, teniendo el Rey presente lo que sobre el particular le ha expuesto la Academia de San Fernando, comprende no puede haber medio más obvio y eficaz que el de que se consulte a la misma Academia […] Convendrá, pues, que los directores o artífices entreguen anticipadamente a aquellos Superiores los diseños con la correspondiente explicación, y que los agentes o apoderados respectivos presenten en Madrid a la Academia los dibujos de los planes, alzados y cortes de las fábricas, capillas y altares que ideen, para que, examinados con atención y brevedad, advierta la propia Academia el mérito o errores que contengan.»
Entre los artistas que mejor se adaptaron al intrusismo de la Academia se encuentra el italiano Pablo Sístori, que se especializó en la pintura de retablos fingidos. Sístori pintaba sus retablos con temple sobre un gran lienzo que luego encastraba en la pared, logrando un resultado muy efectista. La gama de colores era suave e imitaba diversos tipos de mármoles y jaspeados, junto con toques de bronce para determinados detalles. Los diseños marcaban la preeminencia de la línea recta y eran de estilo neoclásico, cumpliendo las normas impuestas por la Academia, y el coste de la obra final era mucho más barato que un verdadero retablo de madera o piedra. Esto explica el éxito de nuestro artista, que dejó repetidas muestras de su talento en varias iglesias de las provincias de Albacete y Murcia. Entre todas ellas, destaca el vasto programa decorativo que realizó para la iglesia de Santa Eulalia de Murcia (véase en la primera imagen que reproducimos hoy) y el retablo fingido de la iglesia parroquial de Santiago, en la localidad albaceteña de Liétor (al final).
Según el propio artista, el retablo que hizo en 1795 para la parroquia de Liétor fue «el más particular que había ejecutado». Su austera composición se extiende por toda la capilla mayor, dándole continuidad por medio de un pórtico clásico rematado por un entablamento recto, que recorre de manera envolvente las tres paredes, mientras que en la bóveda se ha fingido una decoración de casetones con rosetas de bronce. En la pared principal se ha fingido un retablo con un cuerpo central adelantado, coronado por un frontón curvo con ménsulas y gotas. En el centro de la composición se abre una hornacina con la imagen del Apóstol Santiago, titular del templo, y en el remate hay un tondo con la cruz de la Orden de Santiago, rodeado por un cordoncillo de flores y sostenido por dos ángeles tenantes que parecen estatuas de mármol. Según la historiadora del arte M. Moya García, que es quien mejor ha estudiado la obra de Pablo Sístori, dichos ángeles pueden estar inspirados en algunos modelos grabados en el Tratado de Andrea Pozzo.
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