
El libro constituye un inventario gráfico de las joyas de la duquesa y tiene su explicación en un contexto histórico en el que el mecenazgo cultural y el coleccionismo artístico constituían un signo de distinción entre los príncipes humanistas. Indudablemente, la importancia de esta colección de joyas estriba en su propia riqueza material y en la numerosísima cantidad de piezas que atesora (más de setenta), pero también en el hecho de ser reproducidas artísticamente a través de un libro como éste, que las da a conocer y las pone en valor como si se tratase de un auténtico catálogo de exposición. Es, por tanto, un testimonio gráfico fundamental para comprender los procesos de recopilación, valoración, difusión y conservación del patrimonio artístico a lo largo de la historia.
Además de lo expuesto, el Libro de las Joyas contiene otro elemento de enorme interés, la imagen del frontispicio o portada. En esta imagen aparecen representados los duques Alberto V y Ana de Habsburgo jugando una partida de ajedrez mientras un nutrido grupo de cortesanos y damas de compañía les observan solemnemente desde el fondo. Es difícil explicar por qué una representación lúdica como ésta es el motivo inicial de un catálogo de joyas pero el ajedrez, además de ser uno de los principales pasatiempos intelectuales de la nobleza, era considerado como una metáfora del mundo desde época medieval. Por consiguiente, la interpretación de esta escena sólo puede ser alegórica y está relacionada con las inscripciones de los extremos, con los símbolos incluidos, con la actitud de los personajes, con la situación política de la época y con el propio contenido del libro.

Las inscripciones, por tanto, pretenden celebrar el matrimonio de los duques Alberto y Ana, la fertilidad de la mujer que asegura la continuidad del linaje familiar, y la buena relación entre los esposos, reforzada no sólo por el sentido de la última leyenda sino también por la inclusión de un perrito delante de cada uno de ellos, como símbolo de la fidelidad conyugal. Alberto de Wittelsbach y Ana de Habsburgo se habían casado en Regensburg en 1546, cuando ella tenía diecisiete años, y llegaron a tener cinco hijos. Alberto era hijo del Duque Guillermo IV de Baviera, a quien sucedió en 1550, y Ana era hija de Fernando I, Archiduque de Austria y Rey de Romanos. Desde el punto de vista político, Ana era una de las princesas más codiciadas de la época porque era sobrina de Carlos V, Emperador de Alemania, dignidad que finalmente también ostentó su padre Fernando. Por consiguiente, el matrimonio representado en la portada del Libro de las Joyas constituyó una de las maniobras políticas más importantes de su época. No sólo puso fin a la tradicional rivalidad entre Baviera y Austria sino que convirtió a ambos ducados en amigos y aliados frente a otros principados alemanes. Esto se comprende mejor si tenemos en cuenta el contexto de agitación política y religiosa que generó el desarrollo de la Reforma Protestante a partir de la década de 1520. Para Carlos V y su hermano Fernando I, era crucial garantizar la fidelidad de Baviera a la causa del Catolicismo, así como convertirle en un aliado especialmente útil durante las guerras de religión contra los Estados protestantes de la Liga de Smakalda.
El artista representó con perspicacia esta compleja situación política, en la portada de un libro empezado poco después de que Alberto V llegase al poder en Baviera y finalizado por las mismas fechas en las que el Emperador y la Liga de Smakalda zanjaron las disputas religiosas de Alemania mediante la Paz de Augsburgo. En la imagen, los duques de Baviera juegan al ajedrez reflejando el encuentro entre dos iguales, mientras que el resto de los personajes asisten como testigos. La unión de los dos príncipes es además el resultado de otro juego mucho más importante, el de la diplomacia internacional. A este respecto es significativo que dos de los personajes que aparecen representados detrás, como observadores atentos, ejercieran un destacado papel en el mencionado contexto político. Son probablemente de Georg Stockhammer y Wiguleus Hundt, dos de los secretarios de Alberto V, que emplearon toda su influencia no sólo para fortalecer las alianzas entre Baviera y el Emperador, sino también para impulsar el avance de la Contrarreforma Católica. Juntos controlaron al clero y favorecieron la acción de la Compañía de Jesús, y concretamente Wiguleus Hundt intervino en la firma de la Paz de Augsburgo, en 1555. Como consecuencia de ello, Alberto V se convirtió en uno de los líderes espirituales más destacados de la Contrarreforma en Alemania.

Sin embargo, de acuerdo con la mentalidad humanista del Renacimiento, la prosperidad de un Estado no se medía exclusivamente por su riqueza material. Por esta razón, el gobierno de Alberto V puso especial atención en el desarrollo cultural de Baviera, fundando la Bayerische Staatsbibliothek en 1558, y patrocinando a artistas como el pintor Hans Muelich y el compositor Orlando di Lasso, lo cual extendió la reputación de Munich como uno de los mayores centros artísticos y culturales de Alemania en el siglo XVI.
MÁS INFORMACIÓN:
http://bibliodyssey.blogspot.com.es/2009/01/jewel-book.html
http://www.wdl.org/en/item/4104/zoom/#group=1&page=13
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