
Este sugestivo título da nombre a un cuadro del pintor flamenco Brueghel el Viejo, firmado y fechado en 1559, que se conserva en el Kunsthistorisches Museum de Viena. Se trata de una obra realizada en pleno Renacimiento, que mezcla de forma sutil elementos recuperados de la cultura clásica con otros característicos de la tradición medieval. Aunque la composición es abigarrada y parece un poco confusa, está bien organizada mediante diagonales, el uso de un punto de vista elevado y una aplicación uniforme de la luz, que proporciona una claridad difusa y consigue la impresión de que la imagen se ensancha. En cuanto a su iconografía, es fácil distinguir dos partes, la de la izquierda ambientada en las diversiones populares y los vicios del Carnaval, y la de la derecha dominada por la piedad religiosa y la abstinencia de la Cuaresma. El asunto es de carácter alegórico, a pesar de que efectivamente muestre una fiesta popular que se representaba en los Países Bajos desde la Edad Media.

A la derecha se encuentra la Cuaresma. Es una mujer vieja y severa, que lleva en la cabeza una colmena y utiliza como arma frente a Don Carnal una pala con dos arenques. Los arenques y la miel de la colmena son dos símbolos gastronómicos de la dieta habitual durante el período de abstinencia. También aparecen otros alimentos característicos como una marmita con mejillones, hogazas de pan, galletas y pletzers, que se consumían como dulces típicos del día de ayuno. La Cuaresma está sentada en una silla de iglesia sobre una especie de carretilla tirada por una monja y un fraile. Le sigue un cortejo de niños que tañen carracas y un sacristán con agua bendita. Más atrás algunas personas entregan limosnas a pobres y enfermos, siguiendo el precepto de la caridad cristiana, mientras que otras visten de negro y se cubren la cabeza con capuchas, como práctica penitencial.

La escena más significativa de la zona del Carnaval es una especie de representación teatral que se desarrolla en torno a una tienda de tela, justo delante de la puerta de la taberna. Gracias a un dibujo similar del propio Brueghel, del año 1566, que fue repetidamente grabado en los siglos XVI y XVII, sabemos que esta representación era una sátira sobre las bodas de Mopso y Nisa. Esta historia está inspirada en un pasaje literario de las Bucólicas de Virgilio, concretamente la Égloga VIII, en la que el pastor-poeta Damón se lamenta de la traición de Nisa, a quien había amado sin ser correspondido porque Nisa decidió entregarse a otro pastor de nombre Mopso. El tema, de carácter trágico, fue reinterpretado en clave burlesca con la intención de mostrar una imagen del mundo al revés. Por eso fue asociado al Carnaval y adquirió gran popularidad en los Países Bajos, representándose por las calles de las ciudades tres días antes del Miércoles de Ceniza. En el cuadro de Brueghel aparece la tienda nupcial, de la que sale la novia Nisa vestida de forma estrafalaria y agarrada por Mopso, mientras otros cómicos enfatizan el tono jocoso de la escena y recaudan dinero entre el público.

Desparramados por el resto de la plaza se ven algunos leprosos identificados con colas de zorro, varios muchachos jugando, otros personajes acarreando sacos de comida y ánforas de vino, otros hombres trabajando, una mujer sacando agua del pozo central y unas vendedoras de pescado junto a una mesa. Todas estas escenas muestran situaciones sociales relacionadas con el final del período lúdico del Carnaval y los preliminares de la Cuaresma. La mujer subida a una escalera que limpia los cristales de la casa del fondo corrobora esta actitud de espera, preparación y purificación para la Pascua. También lo que acontece en torno a la iglesia, de la que sale un grupo de fieles después de haber escuchado el sermón, cada uno cargando con su propia silla.
En resumen, la obra de Brueghel es una minuciosa descripción de las costumbres sociales y de los valores morales imperantes en el norte de Europa al final de la Edad Media. Si atendemos sólo a su carácter narrativo, puede parecer que el artista únicamente intentó representar las cosas que ocurrían en la última semana de Carnaval en una ciudad cualquiera de los Países Bajos. Pero el tono crítico de algunas escenas está influido por la nueva mentalidad surgida del Protestantismo, que pretendía acabar con la superstición y reformar determinadas prácticas religiosas consideradas inadecuadas.
Por otra parte, la composición en dos partes bien diferenciadas manifiesta con vehemencia la contraposición entre dos planteamientos éticos surgidos de universos culturales bien distintos: el hedonismo frívolo del Carnaval es un testigo del paganismo heredado del mundo romano, que aún hoy está presente en muchas de nuestras tradiciones, mientras que el ascetismo espiritual de la Cuaresma es indicativo de la moral impuesta por el cristianismo durante la época medieval. Ambos elementos, la filosofía clásica y la religión cristiana, continúan siendo hoy el sustrato fundamental de la identidad cultural de Europa.
Josué, me ha parecido muy interesante.
ResponderEliminarTus seguidores seguimos esperando un post de la Gioconda española, aunque es un tema muy manido queremos saber tu opinión y conocer tu análisis sobre el tema.
Sigue así.
Tanto Pieter como Van Eyck han encabezado siempre mi lista entre los pintores flamencos.
ResponderEliminarEn este caso concreto que analizas parece sorprendente como este cuadro tiene tanta fuerza y tanta vida estando, curiosamente, tan cerca su muerte.
¿Habéis visto la sección de vídeos, en la que se incluye un comentario de Miguel Falomir sobre la Gioconda del Prado? Valga de momento como aperitivo...
ResponderEliminarMuchas felicidades! un análisis excelente, comentado de manera tan seencilla que enriquece un montón. Gracias
ResponderEliminarGracias a tí por seguir este blog. Espero que disfrutes de lo que todavía queda por venir.
ResponderEliminarGracias por tan buen comentario sobre esta belleza de obra.
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