Atenea expulsando los vicios del Jardín de la Virtud, o simplemente El
Triunfo de la Virtud, es un gran cuadro que decoraba el gabinete privado de
la marquesa Isabella d’Este en su palacio de Mantua, el Castello de San Giorgio. Acabada en 1502, se
conserva actualmente en el Museo del Louvre como una de las pinturas más
sobresalientes de su autor, Andrea Mantegna. Su iconografía es compleja y está
directamente inspirada por el ambiente cultural del Renacimiento y por el
emplazamiento original que tuvo la obra.
Isabella d’Este fue una de las mujeres más cultas y refinadas de su
época. Educada por el humanista Battista Guarino en la corte de Ferrara, sabía
griego y latín, leía a Virgilio y a Cicerón, y era muy versada en música,
cartografía y mitología clásica. Su llegada a Mantua fue consecuencia de su
matrimonio con el marqués Francisco II Gonzaga en 1490, y en ese contexto hay que
situar la construcción de su studiolo
o gabinete privado, realizado a imitación del que se hizo su hermano Lionello
d’Este. Isabella fue la primera mujer que tuvo un studiolo en Italia. Este tipo de estancias eran habitaciones
reservadas en las cuales los príncipes cultos se retiraban a leer, estudiar y
meditar. Allí solían guardar sus colecciones de objetos curiosos o antigüedades,
y por supuesto incluían una mesa de despacho, una biblioteca y variados
artilugios e instrumentos científicos. Como es lógico, la decoración de estas
habitaciones hacía referencia a la filosofía y la mitología clásicas, y eran
frecuentes las citas a Apolo, Minerva y las Musas, por su relación con la
sabiduría y las artes.
Historiadores del arte como Alicia Cámara suponen que el programa
iconográfico del studiolo de Mantua
fue sugerido por la misma Isabella d’Este, posiblemente inspirada por los humanistas
Paride Ceresara y Mario Equicola, así como por el libro Cárcel de Amor, del español Diego de San Pedro, que hacía una
reflexión idealizada sobre las cualidades de la mujer. Además de Mantegna,
también fueron postulados para trabajar en la decoración de esta estancia Perugino,
Lorenzo Costa y Giovanni Bellini, aunque este último desistió del encargo por
el excesivo control que la marquesa impuso sobre el desarrollo de las obras.
La lectura del cuadro debe hacerse de izquierda a derecha. En el
primer extremo la diosa virgen Atenea entra en escena armada, portando un escudo
y una lanza rota, que por consiguiente ya ha sido utilizada. Detrás de ella
aparece Dafne convertida en laurel, después de haber huido del acoso sexual de
Apolo. Tanto Atenea como Dafne son personificaciones de la castidad y por
tanto modelos de conducta para la mujer perfecta. Otras virtudes femeninas
importantes son la Justicia, la Fortaleza y la Templanza, que contemplan todo
lo que está sucediendo desde una nube, arriba en la esquina opuesta. Son tres
de las cuatro Virtudes Cardinales; la cuarta, la Prudencia, no se muestra allí
porque está prisionera tras los muros que cierran el jardín por el extremo de
la derecha, según se explica en una cartela que ondea al viento con una
inscripción en latín.
El centro de la composición es un jardín que representa la mente
humana subyugada por los vicios. En el eje principal se yergue sobre un
centauro Venus, diosa del amor, en su versión más sensual. El centauro, mitad persona
mitad caballo, es un símbolo del hombre dominado por la pasión del sexo. A su
izquierda, espantadas por Atenea, huyen dos ninfas junto con la Lujuria,
representada como una mujer con patas de cabra que lleva varios niños en su
regazo. Por el estanque escapan un mono y un sátiro, símbolos de la
incontinencia sexual, además de varias alegorías negativas que, de acuerdo con
los modelos iconográficos establecidos y los letreros identificativos que las
acompañan, son las siguientes. En la orilla izquierda del estanque está el Ocio
(la ociosidad es la madre de todos los vicios) conducido por la Inercia, y en
el otro extremo la Avaricia y la Ingratitud, que llevan en brazos a la
Ignorancia, coronada como enemiga de la virtud.
El conjunto, en suma es una demostración de los principios morales que
regían la vida de Isabella d’Este, en particular el amor y la castidad,
representados a través de una escena de tema mitológico. La diosa Atenea entra
en el jardín de la mente humana y expulsa a todos los vicios y comportamientos
deshonestos con el fin de poner orden y reconducirla por el camino de la
virtud. La profusión de inscripciones y la lectura iconográfica del cuadro, de
izquierda a derecha, acentúan su carácter literario, con la intención de difundir
una imagen modélica de la mujer en el Renacimiento.
http://mini-site.louvre.fr/mantegna/acc/xmlen/section_8_0.html
Un blog muy interesante, gracias.
ResponderEliminarSENCILLEZ E INFORMACION DESMENUZADA PERO SUCINTA A LA VEZ, MUY INTERESANTE COMO APOYO EN EL ESTUDIO. MUCHAS GRACIAS
ResponderEliminarMe ha resultado muy útil este artículo para hacer un estudio de este cuadro desde el punto de vista del conocimiento gnóstico.
ResponderEliminarGracias por su contribución.
Muy interesante.
ResponderEliminarMuy bueno. Gracias x la información!!
ResponderEliminarMuy buena descripción de esta obra de arte. Gracias.
ResponderEliminarAprendí mucho con los comentarios históricos y la explicación de las alegorías del cuadro!!!
ResponderEliminarAGITE PELLITE SEDIBUS NOSTRIS FOEDA HAEC VICIORUM MONSTRA VIRTUTUM COELITUSAD NOS REDEUTIM DIVAE COMITES. DICE DAFNE: Venid compañeras divinas de las Virtudes, vosotras que habeis venido del cielo, expulsad de vuestras esferas a los Vicios, esos monstruos abominables."La sultana de Venecia" de Jean-Michel THIBAUX
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