El Abrazo es un gran cuadro de
Juan Genovés que se guarda entre los fondos del Museo Nacional Centro de Arte
Reina Sofía de Madrid. Es un lienzo de 151 x 201 cm pintado con acrílico en el
año 1976, a partir de un cartel diseñado dos años antes por el mismo artista
para Amnistía Internacional. La
imagen, titulada originalmente Amnistía,
fue un claro testimonio de cómo el arte podía asumir una postura de compromiso
social y pronto se convirtió en un icono de la Transición Española hacia la
democracia.
Genovés empleó un lenguaje plástico de gran
modernidad, inspirado tanto en el Pop-Art crítico como en el periodismo
fotográfico del siglo XX, para construir una imagen simbólica de la reconciliación
nacional tras la muerte de Franco. Muestra un grupo de unas quince personas que
corren con los brazos abiertos al encuentro de los otros. La visión de espaldas
y la monocromía en sepia hace que ninguna de las figuras esté singularizada. Al
contrario, todas se confunden en la multitud, queriendo representar que el
colectivo humano es arrastrado hacia algo más importante que el individuo. Según
cuenta el propio artista:
«Por aquel entonces
se reunía la Junta Democrática de España en la clandestinidad. Yo no formaba
parte de ella, pero me pidieron si podía pintar un cartel pidiendo la libertad,
la amnistía de los presos políticos. Eras los últimos coletazos de la
dictadura, recién muerto Franco y con el gobierno de Arias Navarro vigente.
Celebramos una reunión en mi estudio y les dije que miraran los cuadros que ya
estaban pintados, para ver si les servía alguno. Pensé en uno que mostraba unos
puños tras unos barrotes, pero quizá era demasiado evidente […] Entonces
alguien que asistía a la reunión se fijó en una obra mía que yo llamaba ‘El
Abrazo’ y comentó que podría convertirse en cartel dada la premura de tiempo
que había. Así fue. A todos nos pareció una idea estupenda.»
La citada Junta Democrática fue una asociación política que luchó por la instauración de derechos y libertades, la convocatoria de elecciones y la amnistía de los presos políticos durante los últimos años del Franquismo y los primeros de la democracia. Pero el gobierno de Arias Navarro lo consideró un grupo revolucionario y no sólo destruyó todos los carteles que se imprimieron con la imagen del abrazo, sino que además encarceló a Juan Genovés durante una semana por haber colaborado en la distribución de propaganda subversiva. «Cualquier joven que no haya vivido en aquella época ni se imagina que uno pudiera ir a la cárcel por pintar unas personas abrazándose, pero así era» confesó Genovés en una entrevista posterior.
La idea del abrazo ha estado bastante presente
en el arte español contemporáneo. Se utilizó en un grupo escultórico existente
en la base del Monumento a Alfonso XII, en el Parque del Retiro, en el cual un
soldado carlista y otro liberal se abrazan para formar una alegoría de la pacificación
de España. Aquella escultura, obra de Miguel Blay Fábregas, se inspiró a su vez
en una nutrida colección de grabados decimonónicos, que representaban el famoso
«Abrazo de Vergara» entre los generales Espartero y Maroto, que puso fin a la
Primera Guerra Carlista en 1839.
La versión en lienzo de la obra de Genovés se
vendió en Nueva York a finales de la década de los setenta. En 1980, el
gobierno de Adolfo Suárez desarrolló las gestiones necesarias para recomprarlo.
A pesar de la enconada oposición de algunos sectores reaccionarios, finalmente
regresó a España y fue exhibido en Museo Español de Arte Contemporáneo. Tras la
disolución de ese museo, en 1988, el cuadro pasó al Reina Sofía donde, sin
embargo, no ha sido expuesto públicamente más que en contadas ocasiones por
falta de voluntad política.
En el año 2003, a petición del sindicato
Comisiones Obreras, el propio Genovés realizó una escultura en bronce inspirada
en su obra, para ser colocada en la calle de Antón Martín, en Madrid. Su
objetivo era homenajear a los abogados laboralistas asesinados por un comando
de la ultraderecha en la vecina calle de Atocha, el 24 de enero de 1977. Resulta
que el cartel Amnistía de la Junta
Democrática estaba colgado en una pared del despacho de aquellos abogados y se
manchó de sangre cuando se produjo el atentado. A raíz de aquello, la imagen
adquirió una nueva dimensión, según explicó el artista:
«Para mí, ese cuadro
ya no me pertenece; su imagen pertenece ahora a todo el mundo. Lo que está
claro es que la pintura en cuestión se convierte en un símbolo para toda España.
Este símbolo es de las fuerzas políticas de la izquierda de este país. Siempre
me gustó que su espíritu estuviera en la calle, por lo que la pintura ‘Amnistía’
pasó a la pintura ‘El Abrazo’ en la plaza de Antón Martín […] El Ayuntamiento
de Madrid de Álvarez del Manzano dijo sí y hoy la escultura está en Antón
Martín. En su emplazamiento influyó la postura mantenida por la oposición y la
actitud de CC.OO.»
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