Shepard Fairey es uno de los artistas más
complejos y sugestivos salidos del universo del Arte Urbano desde de la década
de los noventa. Nacido en 1970 en Charleston (Carolina del Sur), se formó como
diseñador gráfico en California y en la Rhode Island School of Design (RISD).
Actualmente trabaja tanto para las grandes marcas del mercado como para las galerías
de arte y también de forma clandestina en la calle, lo cual nos lleva a una interesante
reflexión sobre la posición del artista en la sociedad contemporánea. En el año
2008 se hizo mundialmente famoso por realizar una serie de carteles de
propaganda electoral con el lema HOPE (esperanza)
para la candidatura de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos.
Fairey fundó en 2003 un gran estudio-taller en
Los Ángeles, en el que un amplio abanico de colaboradores imprime a escala industrial
posters y pegatinas con sus diseños. Estilísticamente se inspira en el
cartelismo político comunista de mediados del siglo XX, el cual satiriza con elevadas
dosis de caricatura y de crítica social. En cuanto a la temática de sus obras, se
relaciona con las revoluciones filosóficas y culturales de Mayo del 68, que
fueron ampliamente revividas por el Arte urbano de finales de los noventa y
principios del siglo XXI. En esa línea, Shepard Fairey defiende el derecho a
utilizar el espacio público como un espacio para la expresión democrática de
las ideas, y se muestra contrario a cualquier tipo de totalitarismo.
Desde esta perspectiva se entiende
perfectamente su serie de carteles etiquetados con el slogan OBEY (obedece). El primero de esos carteles
fue creado en 1989, cuando Fairey todavía estudiaba en la Escuela de Diseño.
Tomó como modelo a un célebre luchador y actor de televisión de la década de
los ochenta, conocido como André El Gigante, sintetizó sus rasgos faciales a
partir de una fotografía y la serigrafió en pegatinas que distribuyó personalmente
entre sus compañeros de clase. El retrato se acompañaba de unos números referidos
al enorme peso y altura del personaje, y tenía una leyenda que decía «André the
Giant has a posse» (en inglés, André El Gigante tiene una pandilla). El mensaje
era amenazador, aunque no tenía ningún significado concreto, y tenía la intención
de provocar al espectador y despertar su curiosidad.
Posteriormente realizó nuevas versiones del
gigante, cada vez más minimalistas, y sustituyó la leyenda original por el
slogan OBEY, que tomó de una película
de ciencia-ficción de John Carpenter titulada ¡Están vivos! (1988). En esa película, un grupo de alienígenas se
hace con el control de la Tierra mediante la manipulación de los medios de
comunicación y el empleo de mensajes subliminales que tienen como objetivo inculcar
la sumisión de las masas; sólo los portadores de unas gafas de visión de especial
son capaces de advertir el engaño y descifrar la verdad oculta en la televisión
y la publicidad. El cartel de Shepard Fairey se convirtió así en un símbolo del
totalitarismo cultural, puesto que pasó a interpretarse como una orden directa («Obedeced
al Gigante»), que generaba mayor impacto. A ello contribuyó la extraordinaria
difusión del motivo, gracias a su distribución por correo, la edición de multitud
de copias y versiones por otros artistas, y por supuesto el pegado masivo de
carteles en espacios urbanos de todo el mundo. En conclusión, la imagen del
gigante ha traspasado los límites de la obra de arte para convertirse en un
verdadero fenómeno social, como explica el propio artista:
«Al principio sólo
pensaba en la respuesta de mis compañeros de la escuela de arte y de mis colegas
de patinaje. El hecho de que un gran segmento del público podría advertir, e
incluso investigar, el significado inexplicado de las pegatinas fue algo que no
había contemplado. Cuando empecé a ver las reacciones y a considerar las
fuerzas sociológicas de la obra en relación al uso del espacio público, por la
inserción de una imagen muy llamativa pero ambigua, pensé que había potencial
para crear un auténtico fenómeno.»
El mismo slogan está presente en muchas otras obras de Shepard Fairey, en las que reflexiona sobre los mecanismos de control de las masas ejercidos por los poderes fácticos de la sociedad. Así ocurre en la imagen con que se iniciaba este post, un gran ojo que todo lo ve, evidentemente inspirado en el «Gran Hermano» de la novela 1984, de George Orwell. Para corroborar la sensación de observación-control, el rostro del gigante aparece enmarcado por una estrella comunista en mitad de la pupila, y en la parte superior del cartel puede leerse una leyenda que dice: «Obey, never trust your own eyes, believe what you are told» (en inglés: obedece, nunca confíes en tus propios ojos, cree lo que te digan).
Menos explícita pero seguramente más
desasosegante es la última imagen. De nuevo aparecen el slogan y la estrella
con el rostro del gigante, uno en cada esquina y coloreados de rojo, lo que sirve
para contrapesar una composición muy efectiva. El motivo principal es, una vez
más, un enorme ojo vigilante, esta vez marcadamente femenino y con una calavera
en la pupila. La muerte nos vigila, aguarda su turno, y nos atrae hacia ella, oculta
tras la belleza. Ese trágico final se intuye también a través de la lágrima de
sangre que mana del ojo, en la zona central de la imagen. La referencia a la
muerte se complementa porque en el interior de la lágrima hay dibujado un
caduceo médico invertido, en el que la serpiente enroscada, por cierto, parece
el símbolo del dólar. Belleza, dinero, control, muerte. ¿Es este el terrible destino
de la sociedad occidental?
Muy bueno
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