La imagen que publicamos hoy es un detalle lateral de la fachada oeste de la Basílica de Santa María la Mayor, en Pontevedra. Es obra de los maestros Cornielis de Holanda y Juan Noble, quienes diseñaron toda la fachada por encargo del Gremio de Mareantes, que es la asociación de trabajadores de la mar más antigua de España. Datada en 1541, la construcción es de estilo renacentista con algunas influencias del Gótico Manuelino portugués, y está profusamente decorada con molduras, columnas, relieves y esculturas. Una de las figuras más populares de este monumento es esta escultura casi exenta de San Jerónimo, que forma pareja con la de San Gregorio Magno, situada al otro lado de la portada principal. La razón de que ambos estén conectados, desde el punto de vista compositivo e iconográfico, es porque fueron dos de los cuatro Doctores de la Iglesia Romana.
San Jerónimo de Estridón nació hacia el 340 en la
región de Dalmacia, en la actual Croacia. De familia noble y letrada, estudió latín
y griego en Roma con el gramático Elio Donato, y después en la Galia y en
Tréveris, donde transcribió numerosos libros para su biblioteca. Arrepentido de
los pecados de una vida disoluta, entre los años 353 y 358 vivió como un
anacoreta penitente en el desierto, sin ningún contacto con el resto del mundo.
Su virtud llegó a oídas del Papa Dámaso I, que le nombró su secretario
particular y le encargó la traducción de las Sagradas Escrituras del griego y
el hebreo al latín de uso común. Aunque fue ordenado sacerdote, la
incomprensión y las envidias de la curia romana le llevaron a retirarse a un
monasterio cerca de Belén, donde siguió trabajando en sus libros hasta que
murió en el año 420. La traducción vulgata
de la Biblia, escrita por San Jerónimo entre el 382 y el 405, se convirtió
en una referencia fundamental para el mundo cristiano medieval, y se mantuvo
sin variaciones hasta la implementación de los modernos análisis exegéticos del
Humanismo renacentista. Por todo ello es considerado Padre de la Iglesia, uno de
los eruditos más importantes de la Antigüedad, y el santo patrón de los
traductores, bibliotecarios e intelectuales.
La escultura de San Jerónimo que se exhibe en
la basílica de Pontevedra muestra los atributos característicos que le identifican,
de acuerdo con su biografía y con algunos elementos añadidos por la literatura hagiográfica
posterior. Va vestido de cardenal de la iglesia con un capelo o sombrero de ala
ancha, que en realidad es fruto de una errónea interpretación medieval que
supuso a Jerónimo esta dignidad por ser sacerdote y secretario del Papa, cuando
en realidad sólo era sacerdote. Está sentado en un sillón y leyendo un libro apoyado en un atril, que
hace referencia a su labor como erudito y traductor de la Biblia. El detalle de
las lentes sobre los ojos para facilitarle la visión es seguramente lo más
original y entrañable de la figura. Arriba a la izquierda se distingue una
calavera y un crucifijo, que aluden a su penitencia en el desierto. La calavera
invita a la reflexión sobre la muerte y sobre la vanidad de las cosas, lo que
en último término conduce a la virtud, mientras que el crucifijo es un símbolo
habitual entre los ascetas porque hace rememorar la Pasión de Cristo.
Por último, el león que se encarama a sus pies,
se explica por un pasaje de la Leyenda
Dorada, una colección de vidas de santos publicada en el siglo XIII, que
recogió muchas historias apócrifas, milagros y anécdotas que la devoción popular
creía a pies juntillas aunque, para ser sinceros, la mayoría eran pura ficción.
Según estas historias, cuando Jerónimo estaba de retiro en Belén curó a un león
que tenía una pata herida por una espina. A partir de ese momento, el león
nunca se separó del santo, le ayudó y le protegió de cualquier amenaza. Para la
mentalidad providencialista de la Edad Media, esta leyenda se convirtió en una metáfora
de la fuerza bruta vencida por la piedad cristiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario