Entre la espléndida colección de mosaicos
romanos que alberga el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, destaca este
cuyo tema central representa el rapto de Europa por parte de Zeus. Esta magnífica
pieza de 4,60 m de alto por 3,20 m de ancho fue hallada en 1958 en un solar
cercano a la Plaza de Toros de Mérida, en la Calle Legión X, bajo los restos de
otro mosaico casi totalmente descompuesto. Servía de pavimento a la habitación
de una rica vivienda; de hecho, puede apreciarse en la esquina superior derecha
el acceso a otra habitación. Está fechado a mediados del siglo II d. C., en la época
imperial, y su estado de conservación es excepcional.
Fue confeccionado con teselas de caliza blanca procedente
de Zafra, mezcladas con otras de colores diversos, de poco más de un centímetro
cuadrado. La composición se organiza en tres áreas diferenciadas: una zona
introductoria denominada umbral, que se
corresponde con la parte inferior de la imagen; un extenso fondo rodeado por un
contorno o bordura formado por una cenefa
de triángulos y dos gruesas líneas; y una escena central o emblema de apenas un metro cuadrado, enmarcado por una línea y otra
cenefa de triángulos, donde se dispone la escena principal. Tanto el umbral
como el fondo están decorados con motivos geométricos desarrollados con una sencilla
combinación de blanco y negro: en el primero se trata de cuadros negros
formando cruces griegas con centro blanco y escuadras en T, mientras que en el
segundo hay estrellas de cuatro puntas, con un cuadrifolio de hojas
acorazonadas en el espacio interior.
El emblema central, por su parte, es de
carácter figurativo y ostenta una brillante policromía. Muestra a Europa
semidesnuda, sentada a lomos de un toro gris que galopa sobre el mar, representado
con una serie de líneas horizontales azul celeste y verde. La mujer se aferra con
su mano derecha a uno de los cuernos del toro, mientras que con la izquierda
sujeta un manto que ondea al viento, de color azul oscuro y ribetes verde y
amarillo. En primer término, se dispone una franja de tierra tachonada de
flores rojas, blancas, azules y amarillas, que representan la orilla.
Europa era una princesa fenicia de Tiro, hija del
rey Agénor y de la reina Telefasa. Zeus quedó prendado de su belleza, así que se
transformó en un toro blanco y se mezcló con las reses del rey para engañarla y
raptarla. El blanco es un color bastante inusual entre los toros, pero es un símbolo
de candidez o inocencia, lo cual favorecía el engaño. Mientras la muchacha
jugaba con sus sirvientas en la orilla del mar, el toro se acercó a ella
fingiendo ser manso. Europa le acarició, le puso guirnaldas de flores en los
cuernos y finalmente se sentó en su grupa, momento que aprovechó el toro para
salir huyendo hacia el mar. Llegados a la isla de Creta, Zeus abandonó su forma
animal y se acostó con la joven. De esta unión nacieron tres hijos, Sarpedón,
Radamante y el famoso rey Minos, que construyó el laberinto del Minotauro.
Al final, Europa se convirtió en la primera
reina de Creta y fue recompensada con varios regalos de parte de Zeus: un
collar fabricado por Hefesto, un autómata de bronce llamado Talos, un perro que
nunca soltaba su presa, de nombre Lélape, y una jabalina que nunca erraba. Otras
versiones del mito añaden que Zeus recreó la silueta del toro blanco entre las
estrellas del firmamento, dibujando la constelación de Tauro.
MÁS INFORMACIÓN:
http://ceres.mcu.es/pages/Museos/MuseoNacionaldeArteRomano%5D
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