No suelo publicar en este blog obras de arte desaparecidas, pero en estos tiempos en que estamos recordando el 80 aniversario de la Guerra Civil Española, merece la pena pararse a pensar sobre el ingente patrimonio cultural que fue destruido en aquel conflicto. El caso que presentamos hoy es el de las pinturas murales de la iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. No era este edificio gótico-renacentista un gran monumento, pues era el resultado de sucesivas transformaciones y adiciones desiguales, algunas de ellas dirigidas por Rodrigo Gil de Hontañón. El conjunto tenía un aspecto poco armonioso, con una nave que parecía más ancha que larga. Sin embargo, tenía una importancia histórica excepcional porque en su archivo parroquial se conservaba el documento de la partida de bautismo de Miguel de Cervantes Saavedra, expedida el 9 de octubre de 1547.
Producido el Alzamiento Nacional, la iglesia fue
expoliada e incendiada por milicias izquierdistas un día 29 de julio como hoy,
en 1936, poco más de una semana después de haber hecho lo propio con la
Magistral-Catedral. De la construcción no quedaron en pie más que los muros
perimetrales y los elementos anejos (la torre-campanario, la Capilla de Antezana y la Capilla
del Oidor), aunque muy deteriorados. El incendio provocó el derrumbe de las
bóvedas con la consiguiente destrucción del mobiliario, las estatuas, los
sepulcros y la pila donde fue bautizado Cervantes. De las pinturas consumidas
por el incendio o desaparecidas en el saqueo, destacan una Inmaculada Concepción de Francisco Rizi y un San Agustín de Antonio Arias, así como los lienzos del retablo
mayor, que eran obra de Angelo Nardi. Todo eso se perdió, así como la mayor parte
de la fábrica y la mencionada pila bautismal, porque todo ello se terminó de
demoler para aprovechar los materiales en la construcción de refugios
antiaéreos. Sí se salvó, en cambio, la partida del Libro de Bautizos en el que
estaba registrado el nombre del Príncipe de los Ingenios, gracias a que había
sido escondida por el párroco y un vecino en una caja metálica dentro de un
pozo.
En fin, la obra que nos interesa aquí es un interesante
conjunto de decoraciones murales, pintadas en los tres ábsides a finales del
XVII por Juan Vicente Ribera y Juan Cano de Arévalo. La autoría de la obra fue apuntada
en la biografía del pintor Cano de Arévalo incluida por Antonio Palomino en su tratado
El Parnaso español, pintoresco y laureado,
a principios del siglo XVIII. En el texto puede leerse que Cano...
«...también pintó algunas
obras de diferentes capillas: como es en la de las Santas Formas del Colegio de
la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares; ayudó a otro pintor de Madrid, que
fue a ejecutarla; y también en la pintura de la capilla mayor, y colaterales de
la iglesia de Santa María de dicha ciudad. Y pintó él solo una capilla de
Nuestra Señora del Rosario, que está al lado del Evangelio, en la iglesia de
Valdemoro, de donde era natural; todo esto fue al temple: y aunque también
pintó algunas cosas al óleo, no fue tan aventajado».
En 1800, el tratadista Ceán Bermúdez hizo una
mala interpretación de este texto y atribuyó en exclusiva a este artista la
decoración completa de la iglesia de Santa María y de la Capilla de las Formas,
un error que se repitió luego en numerosas ocasiones. Pero las sucesivas restauraciones
practicadas en la Capilla de las Formas, pudieron atestiguar la existencia de
la firma de Juan Vicente Ribera, que fue el autor principal de estas obras. De
modo que, si leemos con atención a Palomino, fue este Ribera el pintor de
Madrid al que ayudó Cano de Arévalo, también en la iglesia de Santa María de
Alcalá de Henares. En todo caso, la muerte de Cano en 1696 nos sirve para
fechar la obra antes de aquel año, pues de una u otra forma, parece claro que intervino
en su ejecución.
Formalmente, se trata de una composición muy
espectacular, formada por dos retablos fingidos prácticamente simétricos en los
ábsides laterales, más una gloria celestial desarrollada sobre las tres bóvedas
de cabecera, a partir de una balconada también fingida. El uso de este tipo de arquitecturas
ilusionistas era frecuente en Italia desde el Renacimiento, aunque en España
fue introducido por primera vez entre 1658 y 1662, por los italianos Agostino Mittelli
y Angelo Michele Colonna. En los ábsides laterales de la iglesia de Santa María
se levantan columnas salomónicas, capiteles y grandes ménsulas a los lados de
cada escena, mientras que en las bóvedas hay potentes cornisas y balaustradas con
jarrones sobre las que se asoman los personajes. En cuanto al estilo, estas
pinturas recogen influencias de Lucas Jordans y Antonio Palomino, con escenas
abiertas, marcadas por fuertes diagonales y grandes efectos lumínicos, en la
línea del pleno barroco.
El programa iconográfico representa temas
marianos en estrecha relación con la titularidad del templo, y comprende las
siguientes escenas: la Anunciación en el lado de la Epístola (izquierda), la
Adoración de los Pastores en el lado del Evangelio (derecha), y la Asunción de
la Virgen en la bóveda central. Las dos escenas laterales están flanqueadas por
figuras de santos que imitan estatuas en sus hornacinas, mientras que la gloria
central se acompaña de un nutrido grupo de personajes que asiste desde una
balaustrada al encuentro entre la Virgen María y la Trinidad en el cielo. Este
detalle es de un efecto muy teatral y sirve para conectar la esfera terrenal
con la esfera de lo divino, puesto que los personajes, a pesar de tratarse de
santos con sus atributos característicos, parecen estar comentando la escena en
una conversación bastante mundana. Por último, las bóvedas laterales muestran
una serie de ángeles músicos y portadores de letanías, que flotan ingrávidos
sobre el espacio.
El conjunto, en suma, era de una gran
espectacularidad y ejerció una notable influencia sobre otras pinturas murales realizadas
con posterioridad en Alcalá de Henares. Primero en la Capilla del Rosario del colegio-convento
de la Madre de Dios, a principios del siglo XVIII, y luego en los retablos
fingidos de la ermita de San Isidro y de la iglesia parroquial de Santiago,
realizados por Manuel Laredo a finales del siglo XIX. Lamentablemente, todo se
perdió en los primeros días de la Guerra Civil y hoy sólo es posible conocerlo
a partir de estas fotografías en blanco y negro, realizadas pocos años antes,
que pueden consultarse libremente en la fototeca del Instituto del Patrimonio
Cultural de España.
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