Esta curiosa imagen de 62 x 45 cm fue pintada al
óleo sobre una tabla de roble por el artista flamenco Quentin Massys, en torno
a 1513. Su anterior propietaria, Jenny Louisa Roberta Blaker, la donó en 1947 a
la National Gallery de Londres, donde se encuentra hoy. También titulado Una mujer vieja grotesca, el cuadro es
un retrato de una anciana de aspecto simiesco, que los historiadores siempre han
catalogado como una sátira sobre la fugacidad de la belleza, la juventud y la vida.
Esta interpretación queda enfatizada porque la
mujer viste una indumentaria propia de principios del siglo XV, completamente
pasada de moda cuando se hizo la pintura. Además, sostiene un capullo de rosa
roja en la mano derecha, que era una de señal que identificaba a las jóvenes en
busca pretendientes, lo que, por extensión, hace referencia al pecado de la
lujuria; esto último se se complementa por el acusado escote de la mujer
retratada. Algunos autores también han planteado la posibilidad de que la obra
fuera realizada para ilustrar el Elogio
de la locura de Erasmo de Rotterdam, que a la sazón era amigo del propio
Quentin Massys.
Pero el cuatro no es una burla despiadada ni un
arquetipo de la fealdad. En realidad, representa a un personaje auténtico, que también
fue dibujado por Leonardo da Vinci, y que podría ser la Condesa del Tirol, Margarete
Maultasch, tristemente famosa por su fealdad. Sea quien fuere, esta mujer padecía
una terrible patología médica conocida como osteítis deformante o Enfermedad de
Paget, según han apuntado Jan Dequeker, reumatólogo de la Universidad de
Lovaina y Michael Baum, profesor de cirugía de la Universidad de Londres.
Aunque esta enfermedad suele afectar más frecuentemente al fémur y a la pelvis,
también está asociada con una malformación craneana, prognatismo, falta de
dientes, alopecia, fuertes dolores de cabeza y en este caso, además, un tumor
dermatológico en la mejilla. Todo ello aparece representado en el retrato de la
duquesa, muy a su pesar. Tanto la mujer como la pintura son feas en extremo
pero constituyen una evidencia médica fundamental para conocer este tipo de
dolencias en el pasado.
Por consiguiente, el valor testimonial de esta
pintura está por encima de cualquier otra consideración sobre el buen gusto y
conduce a una profundiza reflexión sobre la verdadera utilidad del arte.
Enfrentarse a una obra como esta nos lleva a pensar que el objetivo del arte no
es únicamente la representación de la belleza. Más aún, una reflexión crítica
sobre los criterios del gusto y los cánones de belleza nos advierte cómo aquellos,
al fin y al cabo, cambian constantemente según la época, la sociedad y los
valores en que se desarrollan. No existen modelos de belleza universales y
muchas obras de arte no representan precisamente motivos hermosos. Desde este
punto de vista, el arte es simplemente un medio de comunicación que sirve para
expresar ideas, emociones, problemas y otros aspectos de la persona humana y de
su visión del mundo. Por ello, La duquesa
fea es un testimonio valioso de la vida cotidiana en otros momentos de la
historia y es una pieza fundamental de nuestro patrimonio cultural.
MÁS INFORMACIÓN:
http://xsierrav.blogspot.com/2015/04/la-duquesa-fea.html
:D
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