Uno de los lugares más sorprendentes que he
tenido la ocasión de visitar en toda mi vida es un museo de arte africano,
reconvertido en hotel de lujo, que lleva por nombre Ammazulu. Su origen está
ligado a la figura de Peter Amm, un arquitecto sudafricano que hace casi
cincuenta años adquirió un amplio terreno a las afueras de la ciudad de Durban.
Peter era un apasionado de la naturaleza y durante años se dedicó a diseñar en
aquel lugar una especie de jardín botánico en el que plantó numerosas especies tropicales,
en consonancia con la reserva natural de Krantzkloof, que limita con su
propiedad. Una vez conformado este paisaje singular, inició la construcción de
un gran edificio con el objetivo de compartirlo como un museo de arte africano
abierto al público, no como una mansión particular.
El proyecto, sin embargo, se encontró al inicio
con la oposición del ayuntamiento de Durban, que no aceptó la idea de hacer un
museo en una zona declarada de uso residencial. La solución ingeniada por Peter
Amm fue construir un hotel que fuese a la vez un museo. Para conseguirlo, consultó
a otros arquitectos del lugar, como su amigo Kevin MacGary:
«Fui a su oficina una
tarde y estuvimos jugando con bocetos y diseños. Al cabo de un año, dimos con el
concepto. Quería integrar las artes aplicadas en la arquitectura y convertirlo
en un alojamiento donde los invitados de todas partes de Sudáfrica y más allá
pudieran disfrutar de la obra».
El edificio se construyó utilizando materiales
y recursos autóctonos, y ha mantenido en todo momento un absoluto respeto por
el medio ambiente circundante. A pesar de su apariencia caprichosa, está
cuidadosamente planificado. Una galería central de columnas da paso a cada lado
a una serie de salas, oficinas, la tienda, la cafetería y un spa en la planta
baja, mientras que en la planta superior se sitúan las poquísimas habitaciones de
los huéspedes, las terrazas exteriores y el comedor. Las veinte columnas que
enmarcan esta galería central son seguramente el elemento más característico
del conjunto, por sus diversas texturas y su variada decoración realizada a
base de objetos reciclados. Están fabricadas con cemento y los capiteles son de
poliestireno. La primera serie fue diseñada por Jane du Rand tomando como base la
idea de utilizar todas las artes como fuente de diversión, un concepto que ha
sido secundado por otros artistas y estudiantes de Bellas Artes que han participado
después en el proyecto, como Leon Mostert. Por esta razón es posible distinguir,
adosados a la parte alta y al capitel de las columnas, elementos tan curiosos
como juguetes, tazas de té, cedazos de cocina, jarrones, aislamientos eléctricos
de cerámica, bombillas de colores, trozos de cañería y apliques metálicos o de
cristal. Los fustes están cubiertos de azulejos, en ocasiones conscientemente fragmentados,
que forman tramas geométricas, bandas y anillas con múltiples soluciones artísticas.
Como resultado de ello, las columnas han pasado de ser meros sustentantes a
convertirse en elementos museísticos por sí mismas, porque integran a la
perfección la arquitectura, las artes aplicadas y una gran parte de la
colección de objetos de Peter.
Otras piezas interesantes del museo son las
puertas de madera, obtenidas de edificios históricos de Ciudad del Cabo.
Algunas de ellas son magníficos ejemplos de Art Nouveau y otras fueron originalmente
importadas de Bali. También hay una escalera de caracol, hecha en hierro fundido,
que pertenecía al edificio Greenacres en el centro de Durban, además de numerosas
antigüedades procedentes de la India y Bali. Este legado artístico se ha conectado
con el presente invitando a participar al artista urbano Gogga, que vino de
Johannesburgo para realizar dos grandes grafitis en las paredes laterales. La
única sugerencia que se le hizo fue que tomara como referencia los colores de
las columnas, pero tuvo entera libertad para interpretar sus impresiones sobre el
lugar. Ammazulu sigue siendo hoy una obra en proceso, a la que se suman nuevas
creaciones y objetos para abrir un fantástico mundo de posibilidades artísticas,
muy diferentes de las que estamos acostumbrados en Europa.
Sin duda un palacio impresionante. Algunos hoteles de lujo buscan de hecho tener este tipo de aspecto, es una gran tendencia que ha ido evolucionando con el paso de los años y ahora muchos hoteles lo van adquiriendo.
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