Más allá de su mayor o menor precisión en la tarea
de representar el territorio, la cartografía también ha sido una importante
forma de expresión artística a lo largo de la historia. No es extraño que
además de topógrafos y geógrafos, numerosos artistas hayan trabajado en la
elaboración de mapas. Habitualmente, su intervención se limitaba a la
aplicación del coloreado y el sombreado necesario para dar cierto realismo a la
plasmación del relieve. Pero en ocasiones fue más allá y permitió la
introducción de elementos fantásticos, alegorías y recreaciones de lugares que
no eran conocidas (o lo eran solo a través de la imaginación).
El arte también supo plasmar los condicionantes políticos
o culturales que influían en la percepción internacional de cada país, según
las épocas. Con frecuencia la cartografía asumió los objetivos de la propaganda
política y representó de manera alegórica la hegemonía de un determinado
imperio. A este respecto, es interesante comprobar cómo los mapas suelen tener,
todavía hoy, una dimensión marcadamente etnocéntrica que se nota en la posición
central que ocupa siempre la nación donde se han elaborado. En otras ocasiones,
la cartografía ha ironizado sobre la situación particular de cada Estado o
sobre ciertos estereotipos culturales con la intención de hacer mofa de los
vecinos, lo que ha dado lugar a la producción de mapas satíricos o grotescos
muy curiosos.
Aquí reproducimos dos ejemplos de este tipo de mapas
grotescos, diseñados a modo de caricaturas geográficas. El primero de ellos se
titula Mapa de los Estados Desunidos de Europa, y fue litografiado por
A. Faust en la ciudad belga de Lieja en 1864. Aunque se ajusta a una escala
aproximada de 1:7.600.000 la cartografía de Europa está conveniente adaptada a
la finalidad del mensaje. Así, los diversos territorios se representan
acompañados de atributos y alegorías, y algunos países adoptan la apariencia de
sus animales emblemáticos. Por ejemplo, Gran Bretaña es la matrona Britania
con un león a los pies y Francia es un abatido soldado con sable y corneta,
sobre cuyos hombros se yergue un gallo, su animal característico. Hay más
personificaciones: Irlanda es un viejo borracho fumando en pipa, la isla de Córcega
se asimila a la figura de Napoleón por haber sido la cuna del gran general, y
en Turquía se distingue la cabeza de un sultán tocado por un turbante donde se
lee «estupidez».
Pero lo más interesante son sin duda las alegorías
animales: la parte occidental de Turquía es un pavo, Italia es un perro con las
patas atadas, Austria es un burro de dos cabezas que hace alusión al Imperio
Austro-Húngaro, Prusia es un pulpo que extiende sus tentáculos por toda
Centroeuropa y Bélgica es un tablero de ajedrez donde habrán de librarse importantes
batallas, por su delicada situación estratégica. Además, Rusia es un gran oso
blanco con una corona adornada por calaveras y varios letreros sobre su cuerpo
que identifican la tiranía y la brutalidad del zarismo; por si fuera poco, el
oso está encadenado al Polo Norte y a Finlandia, y proyecta una sombra hacia
Siberia con la inscripción «tinieblas de la barbarie». Como curiosidad, Polonia
es una tumba y España es identificada con términos como «anarquía,
intolerancia, ignorancia», mientras que su litoral mediterráneo está ocupado
por una serie interminable de ranas.
Todo ello está relacionado con la difícil coyuntura
política de la época. En la fecha de realización de este mapa, la Guerra de
Crimea, que enfrentó a Rusia y a las potencias occidentales, había finalizado
solo unos años antes. Además, Polonia era objeto de reparto entre otras
potencias, Italia estaba culminando su unificación territorial y Prusia
extendía su esfera de influencia por el resto de los Estados alemanes, lo que
le llevaría a la guerra contra Austria y a la creación de un gran imperio
gracias a su victoria en la Guerra Franco-Prusiana de 1870. Los movimientos
nacionalistas y las revoluciones también eran habituales, como los sucedidos en
Grecia, los que amenazaban cortar las patas de Austria y los que asolaban
España. Solo los sistemas bismarckianos lograron detener la sangría y mantener
un complejo equilibrio de fuerzas, que evitó la guerra por medio de sucesivas
alianzas y tratados secretos durante el último tercio del siglo XIX.
El segundo mapa se titula Hark, hark, los perros
ladran y fue diseñado por Johnson, Riddle and Co., que lo publicaron en
Londres en 1914. Es una acertada representación de las consecuencias de la
situación política anterior, que condujo inexorablemente al estallido de la
Primera Guerra Mundial. A la izquierda aparece John Bull, que es una
personificación de Gran Bretaña, dirigiendo sus buques de guerra hacia las
costas occidentales de Europa. A la derecha, el zar Nicolás II de Rusia conduce
una apisonadora hacia los Imperios Centrales de Alemania y Austria,
caracterizados como dos perros con cascos militares, que se ven sujetos por la
misma correa en referencia a su alianza durante la contienda. Por cierto que el
perro austriaco se queja ostentosamente al sentir la cola apisonada por la máquina
del zar. Otros dos perros, vestidos con las banderas de Gran Bretaña y Francia,
les desafían en la frontera mientras protegen a otro can de pequeño tamaño,
identificado con la bandera de Bélgica. En el extremo oriental, un turco juega
a bloquear los estrechos que dan acceso al estratégico Mar Negro con un perrito
atado a una cadena. En el resto de los países de Europa aparecen representados
otros personajes y animales; en España, por ejemplo, se tira de estereotipos y
se dibuja un matador de toros, ¿cómo no? En suma, la cartografía fue utilizada
para caricaturizar los hechos históricos sintetizando de forma visual todos los
factores que intervinieron en la Gran Guerra de 1914.
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INFORMACIÓN:
Hola! muy buen artículo! Sabes si han utilizado esta herramienta para la educación? o algún tipo de enseñanza?
ResponderEliminarAlgunos de estos mapas han aparecido en libros de texto de Historia Contemporánea de Bachillerato para ser comentados. Yo también los he utilizado a veces para debatir en clase y relacionar contenidos. Es interesante compararlos con pósters o caricaturas de la época. Así que me parece muy buena opción tu sugerencia.
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