El cuarto estado (1901) es un monumental cuadro del italiano Giuseppe Pellizza da Volpedo,
que se conserva en el Museo del Novecento en Milán. Está pintado al óleo sobre un
panel de álamo de formato panorámico, que mide 293 x 545 cm. Originalmente
titulado El camino de los trabajadores, se ha convertido en una de las
imágenes paradigmáticas del proletariado y ha servido como modelo a otras expresiones
artísticas vinculadas a movimientos de ideología socialista.
Está realizado con una técnica divisionista o
puntillista derivada del postimpresionismo, que todavía se practicaba entonces
en Italia. Esta técnica consistía en yuxtaponer puntos de color individualizados
directamente sobre la superficie, sin mezclarlos en la paleta, con el fin de completar
una imagen vibrante y globalizada en la retina del espectador, cuando este
contemplaba la pintura desde la lejanía. La técnica resulta muy apropiada para
representar el movimiento de un numeroso grupo de campesinos, que marchan hacia la
huelga. También enfatizan los contrastes lumínicos entre el paisaje natural del
fondo, los personajes del término medio situados bajo una especie de arco y los
del primer plano, que proyectan fuertes sombras en el suelo y debajo de sus
sombreros; todo ello acrecienta la sensación de dinamismo. Se trata, por tanto,
de una composición muy estudiada, como prueba la existencia de dos bocetos realizados
por Pellizza da Volpedo, en los que ensayó pequeñas variantes de la misma escena.
Nos referimos por un lado a Los embajadores del hambre, del año 1892, y por otro a La oleada de gente (Fiumana), de 1896.
El nombre entre paréntesis de este último título hace
referencia a un punto geográfico concreto, la zona industrial de Fiumana, entre
las ciudades de Forlì y Cesena, al nordeste de Italia. Pero los personajes que
se ven en el cuadro están basados en varios amigos y revolucionarios comunistas
de Volpedo, la localidad natal del artista. Más concretamente, la mujer que
sostiene un niño en primer plano es un retrato de su esposa Teresa Bidone. Así
pues, se produce un interesante diálogo entre los hombres y mujeres, representados
individualmente, y el grupo entero que avanza en masa. Por un lado, es posible
identificar en primera línea al líder de la revolución, justo en el centro,
ligeramente más adelantado que el resto, caminando con la mirada fija en el
frente y vestido con un chaleco que le da cierta notoriedad. A su izquierda le
sigue con cierta resignación el segundo de a bordo, y a la derecha se le acerca
la mujer con el niño, cuestionando la situación y las consecuencias que puede provocar
la huelga. Los personajes del grupo en segundo término tienen rostros bien
diferenciados, muestran actitudes diversas y dialogan entre sí, todo lo cual
redunda en esa caracterización individualizada que comentábamos. Pero, por otra
parte, todos los obreros en conjunto conforman un personaje coral, que es el
proletariado o el cuarto estado, es decir, el pueblo llano en la
pirámide social. A este respecto, es muy simbólica la forma en que el grupo está
iluminado: los del fondo permanecen en la penumbra bajo el arco, los del plano
intermedio ya han salido a la luz y parecen cobrar vida por su animada
conversación, y los líderes de la primera línea aparecen fuertemente contrastados,
plenamente conscientes de su papel. En resumen, se figura simbólicamente el
proceso de emancipación progresiva del proletariado.
El cuarto estado fue exhibido por primera vez en la Prima Esposizione Internazionale
d'Arte Decorativa Moderna de Turín, en 1902. Allí obtuvo poco éxito e incluso llegó
a ser rechazado en otras exposiciones debido a su temática subversiva. El
artista solo consiguió volver a exponerlo una vez más, en 1907, poco antes de
suicidarse. Sin embargo, la imagen empezó a ser reproducida en periódicos y
folletos socialistas de la década de 1910 y, gracias a una suscripción pública,
en 1920 fue comprada a los herederos del artista por el Comune de Milán, que lo
instaló en el Castello Sforza. El régimen fascista de Mussolini obligó a
retirarlo de allí y el cuadro permaneció enrollado hasta el final de la Segunda
Guerra Mundial, cuando pudo ser recuperado y nuevamente expuesto.
El carácter emblemático de esta obra le han convertido en una de las más valoradas de la historia de la pintura italiana y también ha generado multitud de versiones. Una especialmente interesante es la desarrollada en este poster soviético del año 1968, cuya leyenda puede traducirse como «¡La unidad de la clase trabajadora y el partido comunista es indestructible!», en el que el líder del grupo de obreros se trasunta en Vladimir Lenin, el padre de la Revolución Rusa. La imagen también fue utilizada para la cabecera de la película Novecento (1976), de Bernardo Bertolucci, que muestra desde el punto de vista marxista la lucha social del campesinado contra la oligarquía y el fascismo en la región de Emilia-Romagna, durante las primeras décadas del siglo XX.
El carácter emblemático de esta obra le han convertido en una de las más valoradas de la historia de la pintura italiana y también ha generado multitud de versiones. Una especialmente interesante es la desarrollada en este poster soviético del año 1968, cuya leyenda puede traducirse como «¡La unidad de la clase trabajadora y el partido comunista es indestructible!», en el que el líder del grupo de obreros se trasunta en Vladimir Lenin, el padre de la Revolución Rusa. La imagen también fue utilizada para la cabecera de la película Novecento (1976), de Bernardo Bertolucci, que muestra desde el punto de vista marxista la lucha social del campesinado contra la oligarquía y el fascismo en la región de Emilia-Romagna, durante las primeras décadas del siglo XX.
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