El 19 de julio
de 1808 tuvo lugar uno de los hechos de armas más importantes de la Guerra de
la Independencia contra los franceses, la victoria del ejército de Andalucía,
comandado por los generales Teodoro Reding y Francisco Javier Castaños. Con
frecuencia se ha identificado esta batalla como la primera en la que fue
derrotado Napoleón, aunque eso no es exacto. Fueron unos 20.000 soldados de sus
tropas, dirigidos por el Mariscal Pierre-Antoine Dupont pero Napoleón en
persona no llegó a la Península Ibérica hasta varios meses después; y tampoco
fue la primera derrota de los franceses en España, porque las fuerzas navales
de Juan Ruiz de Apodaca ya habían vencido a las del almirante Rosily-Mesros en
la bahía de Cádiz el 14 de junio del mismo año. Sin embargo, en toda Europa se ensalzó
la Batalla de Bailén como la gran primera derrota del ejército napoleónico en un
campo de batalla.
La Batalla de
Bailén fue consecuencia de la represión y de los abusos cometidos por los
franceses después del levantamiento popular del 2 de mayo. Una vez controlada
la situación en Madrid, los ejércitos bonapartistas se desplegaron por el resto
de la geografía española. Dupont entró en Andalucía sin oposición a principios
de junio, concentrando sus tropas en Andújar, y el día 7 lanzó una expedición contra
Córdoba. La ciudad califal fue saqueada durante nueve días, lo cual aumentó la
indignación de los españoles, que se prepararon para una operación de defensa a
gran escala.
Castaños desde
Sevilla, y Reding desde Granada, se unieron para formar un gran ejército de 27.000
hombres que obligó a los franceses a retroceder hacia el norte. Los contendientes
se encontraron el 15 de julio y entablaron sucesivos combates y escaramuzas
apoyadas por la guerrilla, hasta que el día 22 Dupont firmó la capitulación de
su ejército. La estrategia española consistió en cortar las líneas de
suministro francesas y cercar al enemigo por dos flancos, desde Andújar y desde
Mengíbar, hasta que lograron cruzar el Guadalquivir y se batieron en la batalla
final, en las cercanías de Bailén. El resultado de la misma provocó que el rey
José Bonaparte abandonara Madrid y todos los franceses se replegaran hacia el
País Vasco y Navarra, dando fin a la primera fase de la guerra.
La imagen que
ilustra este acontecimiento es un gran cuadro de historia de 338 x 500 cm realizado
por José Casado del Alisal en 1864, que se encuentra en el Museo del Prado. Representa
el momento de la capitulación francesa mediante una composición en aspa, claramente
inspirada en La rendición de Breda de Velázquez. En el centro geométrico
aparecen los dos generales: Castaños afable y con casaca blanca, Dupont de
negro, con semblante serio y abriendo las manos resignado. El general español
se quita el sombrero respetuoso, para honrar al vencido, un gesto que encuentra
su réplica en uno de los jinetes franceses. A la izquierda, le acompañan orgullosos
los soldados españoles, algunos de ellos representados como simples campesinos o
guerrilleros; destaca en primer término el detalle del trofeo con forma de
águila, que ha apresado uno de ellos, y el carácter retratístico de los rostros.
A Dupont le acompaña uno de sus lugartenientes malherido, con una venda en la
cabeza, mientras que por la derecha desfilan vencidos y sin armas las tropas
francesas.
Sobre el
paisaje del fondo se despliega una vista panorámica del campo de batalla, animado
por el humo de los cañones. Los mástiles de las banderas y enseñas que
enarbolan las caballerías de ambos bandos refuerzan el parecido con la
composición velazqueña. Sin embargo, es característica de la pintura del siglo
XIX la excelente técnica realista con que Casado del Alisal dibujó los
personajes y los detalles costumbristas de la escena. Esta técnica fue
aprendida por el artista durante una estancia de formación en París, donde pintó
el cuadro. También es novedoso el tratamiento de un hecho histórico relativamente
reciente, menos alejado en el tiempo de lo que era habitual en ese tipo de
pintura.
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