viernes, 31 de julio de 2020

LA RENDICIÓN DE BAILÉN

El 19 de julio de 1808 tuvo lugar uno de los hechos de armas más importantes de la Guerra de la Independencia contra los franceses, la victoria del ejército de Andalucía, comandado por los generales Teodoro Reding y Francisco Javier Castaños. Con frecuencia se ha identificado esta batalla como la primera en la que fue derrotado Napoleón, aunque eso no es exacto. Fueron unos 20.000 soldados de sus tropas, dirigidos por el Mariscal Pierre-Antoine Dupont pero Napoleón en persona no llegó a la Península Ibérica hasta varios meses después; y tampoco fue la primera derrota de los franceses en España, porque las fuerzas navales de Juan Ruiz de Apodaca ya habían vencido a las del almirante Rosily-Mesros en la bahía de Cádiz el 14 de junio del mismo año. Sin embargo, en toda Europa se ensalzó la Batalla de Bailén como la gran primera derrota del ejército napoleónico en un campo de batalla.
La Batalla de Bailén fue consecuencia de la represión y de los abusos cometidos por los franceses después del levantamiento popular del 2 de mayo. Una vez controlada la situación en Madrid, los ejércitos bonapartistas se desplegaron por el resto de la geografía española. Dupont entró en Andalucía sin oposición a principios de junio, concentrando sus tropas en Andújar, y el día 7 lanzó una expedición contra Córdoba. La ciudad califal fue saqueada durante nueve días, lo cual aumentó la indignación de los españoles, que se prepararon para una operación de defensa a gran escala.
Castaños desde Sevilla, y Reding desde Granada, se unieron para formar un gran ejército de 27.000 hombres que obligó a los franceses a retroceder hacia el norte. Los contendientes se encontraron el 15 de julio y entablaron sucesivos combates y escaramuzas apoyadas por la guerrilla, hasta que el día 22 Dupont firmó la capitulación de su ejército. La estrategia española consistió en cortar las líneas de suministro francesas y cercar al enemigo por dos flancos, desde Andújar y desde Mengíbar, hasta que lograron cruzar el Guadalquivir y se batieron en la batalla final, en las cercanías de Bailén. El resultado de la misma provocó que el rey José Bonaparte abandonara Madrid y todos los franceses se replegaran hacia el País Vasco y Navarra, dando fin a la primera fase de la guerra. 


La imagen que ilustra este acontecimiento es un gran cuadro de historia de 338 x 500 cm realizado por José Casado del Alisal en 1864, que se encuentra en el Museo del Prado. Representa el momento de la capitulación francesa mediante una composición en aspa, claramente inspirada en La rendición de Breda de Velázquez. En el centro geométrico aparecen los dos generales: Castaños afable y con casaca blanca, Dupont de negro, con semblante serio y abriendo las manos resignado. El general español se quita el sombrero respetuoso, para honrar al vencido, un gesto que encuentra su réplica en uno de los jinetes franceses. A la izquierda, le acompañan orgullosos los soldados españoles, algunos de ellos representados como simples campesinos o guerrilleros; destaca en primer término el detalle del trofeo con forma de águila, que ha apresado uno de ellos, y el carácter retratístico de los rostros. A Dupont le acompaña uno de sus lugartenientes malherido, con una venda en la cabeza, mientras que por la derecha desfilan vencidos y sin armas las tropas francesas.
Sobre el paisaje del fondo se despliega una vista panorámica del campo de batalla, animado por el humo de los cañones. Los mástiles de las banderas y enseñas que enarbolan las caballerías de ambos bandos refuerzan el parecido con la composición velazqueña. Sin embargo, es característica de la pintura del siglo XIX la excelente técnica realista con que Casado del Alisal dibujó los personajes y los detalles costumbristas de la escena. Esta técnica fue aprendida por el artista durante una estancia de formación en París, donde pintó el cuadro. También es novedoso el tratamiento de un hecho histórico relativamente reciente, menos alejado en el tiempo de lo que era habitual en ese tipo de pintura. 

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Este blog pretende ser un recurso didáctico para estudiantes universitarios, pero también un punto de encuentro para todas aquellas personas interesadas por la Historia del Arte. El arte es un testimonio excepcional del proceso de la civilización humana, y puede apreciarse no sólo por sus cualidades estéticas sino por su función como documento histórico. Aquí se analiza una cuidada selección de obras de pintura, escultura y otras formas de expresión artística, siguiendo en ciertos aspectos el método iconográfico, que describe los elementos formales, identifica los temas que representan e interpreta su significado en relación a su contexto histórico y sociocultural.