Me he encontrado
en la Catedral de Lugo esta curiosa escena esculpida en un medallón de forma
oval, que muestra a un monje predicando acompañado de un animal que parece llevar
unas alforjas y, sin embargo, no parece un asno o un mulo, como sería lo
habitual. La imagen se encuentra en la calle izquierda del retablo de una capilla
situada en el lado del Evangelio, junto a los pies del templo, que fue modificada
entre 1785 y 1796. Gracias a la documentación histórica conservada en el
archivo de la catedral, sabemos que dicho retablo fue esculpido en granito por
Manuel de Luaces, de acuerdo a un diseño clasicista propuesto en 1789 por Miguel
Ferro Caaveiro, y posteriormente fue policromado por Manuel Rodríguez Adrián y
Andrés Ferreiro.
Probablemente,
el hecho de que se hiciera en piedra tiene que ver con las normas promulgadas
por la Academia de Bellas Artes de San Fernando en aquellos tiempos, que prohibieron
hacer más retablos en madera, por su propensión a incendiarse y porque su
estilo barroco no se ajustaba al gusto neoclásico del pensamiento ilustrado. Como
consecuencia de ello, desde finales del siglo XVIII y durante todo del siglo
XIX se realizaron numerosos retablos en piedra o mediante pinturas de
arquitecturas fingidas, de los cuales ya hemos publicado algunos ejemplos en
este blog.
La escena representada
está relacionada con uno de los pasajes más populares de la historia de San
Froilán (832-904), patrón de la ciudad de Lugo al que está dedicada la capilla.
Aunque era de familia noble y bien instruido, Froilán se retiró muy joven a
vivir como ermitaño en Ruitelán, en las montañas del Bierzo, para buscar en
soledad el encuentro místico con Dios. Es entonces cuando tuvo lugar un milagro,
según el cual un lobo hambriento atacó y devoró al asno que le acompañaba,
mientras Froilán se hallaba entregado a la oración. Entonces el santo miró cariñosamente
a los ojos del lobo y le dejó acurrucado, mientras le hablaba dulcemente de
amor y paz. El lobo perdió el miedo al hombre y al fuego, y se convirtió en el sirviente
fiel de Froilán; desde ese momento decidió cargar con las alforjas que antes
llevaba el asno muerto.
San Froilán
inició poco después su predicación por Lugo, Zamora, Asturias y Cantabria,
llegando a ser obispo de León. Compartió muchos de sus viajes con su gran amigo
San Atilano, a quien le unía el mismo anhelo de evangelización, reforma de la
vida eremítica y fundación de monasterios. El relieve de la Catedral de Lugo
muestra a Froilán vestido como un monje, todavía en su rol de eremita, mientras
se dirige a una multitud. Está subido a un púlpito y al fondo se distingue una
mesa de altar, lo que hace suponer que se encuentran en una iglesia. El público
está formado por hombres y mujeres de toda condición, que escuchan arrobados a
Froilán. Y debajo del púlpito se ve al lobo, que porta las alforjas llenas con los
libros del santo.
Preciosa investigación, entonces gracias a usted deducimos que el animal es un lobo. ¿A dónde mira? Si trazamos una línea de la mirada del santo y la del can, parece unirse en un punto que es la señora ataviada con ropaje negro, la única que no mira al santo sino al perro. ¿Es a expresamente a ella o bien nos quedamos con el público?... también vemos a un hombre en el lado derecho, que porta una muleta: personas solicitando el milagro. Me encanta su blog, un saludo.
ResponderEliminarGracias por tus palabras. Por mi parte, creo que el lobo mira al público en general y, en cierto modo, también sigue la predicación del santo.
ResponderEliminarDebemos recordar que en el Barroco, tanto en la pintura como en la escultura (relieves o grupos escultóricos), los autores gustan colocar algún personaje que establezca una relación directa con el público que lo mira o con alguien dentro del grupo.
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